martes, 30 de diciembre de 2008


El deseo de posesión del otro o la necesidad de acaparar toda su atención y no conseguirlo, produce un sentimiento que conocemos como celos. Cuando estamos celosos nos podemos sentir frustrados, no queridos, rechazados, etc., generando así una serie de sentimientos negativos hacia el causante de los celos y hacia nosotros mismos. Los celos pueden aparecer en cualquier tipo de relación, sin embargo los más característicos y que pueden llegar a ser más intensos son los que se producen en la pareja, seguidos de los que pueden sentir los niños, sobre todo entre hermanos. Los celos pueden estar basados en hechos reales o bien aparecer a partir de ideas y creencias imaginarias, irracionales, etc., es decir, ser infundados. Asimismo, pueden agruparse en sentimientos normales o patológicos. Los celos normales son los basados en realidades, o bien en percepciones personales, y nuestro comportamiento se adapta reconociéndolos y solucionándolos. Los celos se pueden considerar como un sentimiento normal cuando sentimos miedo de perder el afecto de una persona basándonos en hechos reales, que nos indican que existe el riesgo de que esta persona elija a otra como objeto del afecto que hasta ahora nos había dispensado a nosotros. Este hecho se da principalmente en la pareja cuando aparece una tercera persona que desplaza a uno de los componentes pudiendo llegar a sustituirle.

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