Cuando sabés la verdad, podés elegir qué hacer con ella: podés negarla o podés aceptarla. Buscamos desesperadamente la verdad, esa misma verdad que nos da miedo escuchar. Si negás la verdad, va a ser tu responsabilidad cuando te explote en las manos. La verdad libera, porque uno es dueño de hacer con ella lo que quiera, incluso negarla.
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